No os engañéis, Dios no puede ser burlado:
pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.
Galatas 6:7
Creemos que podemos engañar a Dios o a las personas, con nuestros actos, o activismo cuando realmente Dios ve nuestros actos y nuestras intensiones. Así mismo ve los frutos de nuestras acciones.
Los frutos son la consecuencia de nuestros hechos constantes. Estos determinan lo que hemos estado sembrado.
EL versículo 8 de Galatas 6 dice: Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu segará vida eterna.
Estar siempre conscientes, ¿Estoy invirtiendo en la carne, en el mundo, o estoy invirtiendo en el Espíritu y en las personas?
Hay muchas personas que necesitan que oremos por ellas, que sembremos en sus vidas, que les enseñemos como llegar a Jesús. Esta es la manera en la que estaremos segando vida eterna en otras personas. A veces puede ser difícil estar a cargo de las personas espiritualmente, incluso hasta cansado. Pero Dios nos anima a través de las cartas de Pablo a los Gálatas, diciendo: No nos cansemos pues de hacer el bien: Porque a su tiempo segaremos si no desmayamos. Gálatas 6:9.
Cuando hacemos esto por otras personas tenemos que hacerlo con la mentalidad de que es un servicio a largo plazo. Los cambios no se ven de un día para otro, es la constancia de nuestro servicio, cariño, amor, comprensión, horas de tiempo invertido, las que ayudaran a las personas.
Esto nos ayudara a enfocarnos en el sembrar y no en el recibir. No desmayar, no desesperarnos, no rendirnos, sigamos enfocados en sembrar, porque si seguimos así a su tiempo segaremos. Y cuando veas a una mujer salir de la depresión, a una pareja restaurar su matrimonio, a un niño superando sus miedos, recordaras lo que pasaste, el cansancio que viviste en el sembrar y pensarás: Valió la pena cada uno de los minutos, horas, días, meses invertidos en sembrar en el corazón de estas personas. Ese sera tu fruto, y cuando veas a esas personas ayudar a otras personas ese fruto crecerá y crecerá por cada persona alcanzada.
El versículo 10 dice: Así que según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos y mayormente a los de la familia de la fe.
¿En quienes debemos de sembrar? La respuesta es en todos: familiares, amigos, vecinos, compañeros, todo aquel que nos rodea, conocido o no, sembrar en las personas es nuestro deber. Ayudarlos, edificarlos, apoyarlos, son características de una persona que conoce a Dios y lo honra. Debemos de reflejar el carácter de Cristo, y este es el primer paso.
Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo da Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega es algo, sino Dios, que da el crecimiento.
1 Corintios 3:6-7
Todos necesitamos un apoyo, una palabra de animo, un consejero, necesitamos de Dios, sembrando en las personas amor y la palabra, es como podremos ayudarlos.