Agradecer lo que tenemos en voz alta enseña a nuestros hijos a ser conscientes de que lo que tenemos es por la bendición y gracia de Dios, Él es el que nos provee.
El agradecimiento tiene que ser una decisión, tiene que ser a propósito y tiene que ser un hábito.
Está comprobado científicamente que una persona agradecida es una persona consciente y eso genera un sentimiento de felicidad. El agradecimiento aleja la depresión y la tristeza. Fortalece la seguridad, la autoestima, ayuda a definir la identidad, da contentamiento y una sensación de llenura. No solo eso, sino que baja nuestros niveles de estrés y fortalece nuestro sistema inmune.
Como adultos debemos estar más consientes de lo que tenemos y por lo que estamos agradecidos y no estar enfocados en lo que no tenemos, porque esto lo trasmitimos a nuestros hijos y más en estos tiempos de tecnología, consumismo y marketing digital.
La mercadotecnia nos bombardea por todos los medios posibles con la sutil idea de que no tenemos suficiente, solo necesitamos esto para ser feliz, esto me haría la vida más fácil, comprando esto cambiaria mi forma de sentir, lo necesito, lo quiero, me sirve, me urge…
Cuando nuestras palabras son de agradecimiento, nuestros hijos imitan inmediatamente nuestras palabras y comportamiento.
Si tus palabras son; gracias Dios por este día, por el trabajo, por la salud, por el agua caliente para bañarme, por la luz para ver en la noche, por la cama y las colchas que me ayudan a mantenerme calientito mientras duermo. Adivina que es lo que está aprendiendo a hacer tu hijo. Por imitación comenzara a ver, agradecer y valorar lo que tiene en su entorno.
¿Como puedo empezar? Es muy sencillo y solo es cuestión de practica.
En las mañanas al amanecer agradecemos por darnos un día más de vida y de salud. En las noches damos las gracias por el día, las actividades, el cuidado y la protección que tuvo Dios con nosotros.
En el camino a la escuela damos gracias por la lluvia que riega los campos y nos da agua para bañarnos, por el clima, la naturaleza o lo que vemos. Cuando llegamos a la escuela agradecemos el poder llegar a tiempo y como mama les agradezco a mis hijos su apoyo en estar listos para ir a la escuela, eso ha hecho que mama no vaya gritando en el camino ni pitando a todos los carros (lo siento, pero sigo aprendiendo paciencia de Dios).
Al regresar a casa damos gracias por los alimentos, agradecemos a papá por su trabajo que es lo que no ayuda a comprar la comida y a mamá por prepararlos.
Enseñarles a darle las gracias a cualquier persona que nos otorga un servicio y hacer entender que su trabajo nos bendice y que es importante darles las gracias a las personas por su esfuerzo. Es importante destacar el trabajo que cada uno desempeña, al jardinero, los de paquetería y quien nos ayuda con la limpieza del hogar entre muchos otros.
Recuerda que estas educando niños que se convertirán en los adultos del futuro.
Respetar y agradecer al anfitrión cuando somos invitados a una casa, por sus atenciones y la comida. Mi hijo Omar dice: gracias por invitarme, me divertí mucho. También agradecer al mesero cuando estamos en un restaurante.
Entre más agradecemos, más consientes nos hacemos de los bendecidos que somos y esto produce contentamiento y ese sentimiento de satisfacción, esto es el Espíritu Santo creciendo en ti.
Gracias por leer hasta aqui. ¿Sabias que si compartes en tus redes y con amistades mi trabajo, eso me ayuda a crecer y llegar a más personas? Tomate 5 segundos para compartirlo. Bendiciones.